Ana De la Luz
Diario El Mundo
En el marco de los festejos por los 85 años que cumple el Colegio Cervantes de Córdoba, ex estudiantes aprovecharon para expresar mensajes cargados de nostalgia, pero especialmente de gratitud a la institución educativa que, fue parte esencial en su formación profesional.
Fue el caso de Roberto de Jesús Olavarrieta Marenco, de la generación 1958- 1964 quien, entre sus recuerdos destacó haber descubierto la tabla pitagórica con el profesor Atilano; también mencionó al profesor Antonio, quien a pesar de ser un hombre reacio, le enseñó a querer y amar a México.
“Siempre he pensado que, una buena primaria, es una sólida base para toda la vida; eso significó para mí el Cervantes. Me enseñaron a conocer y a amar a México, a queres aprender y cómo hacerlo, a conocer los horrores de la guerra y a apreciar la paz. Recuerdo particularmente, la dulzura de mi maestra Elsa en kinder, quien me ayudó a adaptarme rápidamente al nuevo colegio”, expresó.
Cierro los ojos y recuerdo sus pasillos: Paty Lavin
La enseñanza como cada rincón del plantel educativo, están grabados en la mente de Gloria Patricia Lavín Torres, quien estudió la primaria en el Colegio Cervantes en la Generación 1966-1972 y hoy celebra también su fundación
“Todavía puedo cerrar los ojos y recordar los pasillos del colegio. Todavía puedor ver las caras de los maestros y oir sus enseñanzas. Nosotros éramos totalmente diferentes. No usábamos uniforme, entrábamos a las nueve y salíamos a las doce; regresábamos a las tres y volvíamos a salir a las cinco. Era una combinación entre estudiar, ir a casa, jugar un rato y regresar a estudiar”, expresó.
Compartió que, por esa razón, era poca la tarea en casa porque, la hacían en la escuela; construían los mapas con papel maché y con las manos iban dibujando los ríos, las ciudades, las sierras. Las matemáticas las aprendieron muy fácil, la lectura, la ortografía
“Todavía hasta este momento puedo asegurar que, ninguna escuela ha sido experiencia tan increíble, ni lo que aprendí hasta este momento de mi vida como fue mi paso por la primaria con mis queridos maestros. Hubo maestros que, no me dieron clases, pero ahí estuvieron. De verdad la experiencia que yo viví, marcó mi vida para siempre”, finalizó.
Francisco Salazar Bello, Generación 1958/1964, es otro ex alumno quien compartió con Diario el Mundo sus memorias de su paso en el Colegio Cervantes. Donde todavía le tocaron las llamadas diapositivas
“Estudié en el Colegio Cervantes, en los años 58 al 64 desde kinder hasta el ser sexto de promaria. Me siento orgulloso de haber pertenecido a esta institución, ya que la gran calidad humana, de ciencia y de enseñanza de los profesores me hicieron lo que soy hoy en día […] todos iban encantados. Estoy orgulloso de haber pertenecido a esta escuela y me siento feliz por su aniversario y todo lo que van a realizar”, expresó.
Al momento nostálgico se sumó Elizardo Sánchez Espejo, de la Generación 1966-1971. En su caso, recordó a ese grupo de maestros españoles en el exilio como: Atilano, Conchita, Antonio, José y otros que dedicaron parte de su vida enseñando a niños y niñas cordobesas, echando mano de su creatividad. También participaron en la guerra civil española
“Tener profesores que, siempre fueron respetuosos, que nos dieron lo mejor de ellos, que se preocupaban por transmitirnos habilidades. Aun recuerdo los experimentos científicos que, involucraban cacahuates o palillos de madera o sorprendernos con diapositivas sobre tierras lejanas, por mostrarnos la profunda admiración por nuestros héroes patrios o el gran respeto y solemnidad con el que nos mostraron los Tratados de Córdoba”, dijo.
Y por último, Ragued Chaín Revuelta, otro ex alumno que guarda en su mente, su paso por el Colegio Cervantes donde aprendió de la diversidad y de la tolerancia. Asistir a un salón de clases con un japonés, un judío, un irlandés, con un mixteco, un catalán, un italiano y un conjunto de gallegos, asturianos, madrileños y andaluces.
“Significó también asistir a la única escuela de niños y niñas donde aprendimos a tratar con las mujeres, aprendimos a respetarlas y sobre todo aprendimos a reconocer sus capacidades y su inteligencia. En general, yo diría que, el Colegio Cervantes me enseñó a ser más universal, me enseñó a ser más mexicano, ¿cómo olvidar las diapositivas de don Antonio y sus viajes a Bonampak, al Tajín, a Monte Albán, a Mitla y las narraciones que, me enseñaron mucho de mi país”, concluyó.