De la Redacción 

El pasado viernes, un giro inesperado del destino cambió la vida de Verónica “N”, una mujer de 49 años originaria de Tehuacán, Puebla, cuando un gesto de buena voluntad la condujo a ser acusada de un secuestro exprés. El suceso se originó en el fraccionamiento Santa María, en la junta auxiliar de Santa María Coapan, donde Verónica, junto a su esposo, encontró un teléfono celular iPhone tirado en las canchas del lugar.

Según los familiares de Verónica, la intención siempre fue devolver el dispositivo. Tras escuchar el timbre del teléfono mientras caminaban, recogieron el celular y lograron comunicarse con una mujer que supuestamente era la madre del propietario. Acordaron devolver el equipo al día siguiente, sin saber que este simple gesto de amabilidad les traería consecuencias graves.

La madrugada del sábado, la vida de Verónica dio un vuelco cuando la policía estatal se presentó en su hogar, ubicado en la unidad habitacional Rancho Grande. Los agentes, que alegaban que se había realizado una llamada al 911 desde esa dirección, pidieron a los habitantes identificarse. A pesar de que Verónica y su esposo negaron haber realizado la llamada, ella proporcionó su identidad. Horas después, Verónica fue detenida en su lugar de trabajo sin previo aviso.

Lo más alarmante para su familia fue la falta de información durante varias horas. No supieron su paradero hasta que finalmente fue trasladada a las instalaciones de la Fiscalía General del Estado en Puebla. Además, su esposo y otros familiares denunciaron que Verónica presentaba golpes visibles en su cuerpo y rostro, lo que ha generado sospechas sobre un posible abuso físico durante su detención.

Ahora, Verónica enfrenta cargos por secuestro, ya que las autoridades la vinculan con el secuestro exprés del dueño del teléfono que encontró. Esta acusación ha sembrado una gran preocupación entre sus seres queridos, quienes aseguran que todo es un malentendido y que ella solo tuvo la mala suerte de encontrarse el celular en el lugar equivocado y en el momento equivocado.

El esposo de Verónica teme que las circunstancias la lleven a ser obligada a aceptar culpabilidad bajo presión, un escenario que, lamentablemente, no es ajeno en el sistema de justicia. La familia ha solicitado una investigación a fondo, pues hay testigos que aseguran haber visto a Verónica realizando actividades cotidianas durante el día y la noche en que presuntamente ocurrió el secuestro. Asimismo, la madre del propietario del celular podría confirmar la conversación en la que Verónica le informó sobre la intención de devolver el dispositivo.

Con la asesoría de un abogado, la familia espera que se haga justicia y que los derechos de Verónica sean respetados. A la vez, exigen que las autoridades esclarezcan los hechos, evitando que una situación absurda y desafortunada como la de encontrar un celular termine destruyendo la vida de una mujer inocente.