MARCELA PRADO REVUELTA
“El varón y la mujer son iguales ante la ley”. Art. 4° Constitucional. Mentira.
"Ello implica “equidad”, es decir, “justicia natural”, para nosotras, tanto en la vida cotidiana como en la representación de las mujeres en los ámbitos políticos, económicos, administrativos, jurídicos, culturales y sociales de México. Pero también es mentira.
De igual forma, es mentira el cumplimiento de la Ley. De toda ley paternalista que el Estado Mexicano ha emitido para “proteger” a las mujeres.
En el Siglo XVIII, Olympe de Gouges publicó la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana, que fue el primer documento en que se solicita el voto femenino, exigiendo igualdad de derechos y deberes para el hombre y la mujer y la igualdad de los seres humanos ante la ley. Por supuesto, la llevaron al patíbulo en noviembre de 1793.
Pocas personas, hombres y mujeres, nos representan.
Y quienes nos representan, seres humanos del género femenino, con honrosas y contadas excepciones, no han hecho honor a su género y, por el contrario, han sido quienes obstaculizan el avance del resto de las mujeres y, copiando las peores características del género masculino, en su afán de permanecer, nos lastiman, a todas nosotras, cotidianamente".
Los párrafos anteriores "me lo copié a mí misma" de una pequeña charla que ofrecí el 8 de marzo del 2013, en ocasión del 60 aniversario en que Adolfo Ruiz Cortines otorgó el voto a la mujer.
Desolada, enfurecida, pienso en Olympe de Gouges, quien hace apenas 232 años murió por usted, señoras mías y por mí. Y pienso en los muchos años en que las mujeres mexicanas hemos luchado por la "paridad de género", por la "equidad, como justicia natural", por el acatamiento de la Constitución.
Fueron, mayoritariamente, las mujeres integrantes del Poder Legislativo federal, quienes protegieron al "macho mexicano", al "ídolo de la patada", para no quitarle el fuero, para dejarlo libre de seguir medrando de nuestros impuestos, por los impuestos que nos gobiernan. Y se atrevieron a gritar "No estás solo", y dejaron desoladas al resto de las mexicanas, las madres buscadoras, las mujeres que si trabajan, las madres solteras abandonadas por el machito mexicano, las niñas muriéndose de cáncer, las ancianas que no tienen medicinas, las vendedoras de gorditas y nopalitos, la adolescente secuestrada y vendida como mercancía…
Esta “crisis de representativad”, en cantidad y calidad, nos afecta a todas. Con contadísimas y honrosas excepciones y con toda falta de respeto sea dicho, NO me siento representada adecuadamente en el contexto político y administrativo de mi estado y de México.
Y en las próximas elecciones, muchas "mujeres", que no nos representan, son candidatas a alcaldesas y cosas peores. Intentaré votar "por la menos pior", como dice mi ayudante doméstica.
Yo no veo "la menor pior"…
Y nada más…