
De la Redacción
En un movimiento que marca una de las mayores operaciones militares de Estados Unidos en el Caribe desde la invasión de Panamá en 1989, tres destructores de misiles guiados de la clase Arleigh Burke —el USS Gravely, el USS Jason Dunham y el USS Sampson— llegarán en las próximas 36 horas a las costas de Venezuela.
Esta acción, confirmada por la agencia Associated Press, forma parte de una estrategia del gobierno de Donald Trump para contrarrestar las amenazas de los cárteles de droga en la región, en particular el Cártel de los Soles, vinculado por Washington al gobierno de Nicolás Maduro, y el Tren de Aragua, ambos designados como organizaciones terroristas extranjeras en febrero de este año.
El despliegue, que incluye aproximadamente 4,000 marines y efectivos navales, aviones de vigilancia P-8 Poseidon y al menos un submarino de ataque, tiene como objetivo operar en aguas y espacio aéreo internacionales. Según fuentes del Departamento de Defensa citadas por Reuters, los activos militares no solo realizarán labores de inteligencia y vigilancia, sino que también podrían servir como plataformas para ataques selectivos si así lo decide la administración estadounidense. Los destructores, equipados con el avanzado sistema Aegis y armamento que incluye misiles Tomahawk, antiaéreos Standard, antisubmarinos ASROC y cañones navales Mark 45, representan una muestra de fuerza significativa en la región.
La operación se enmarca en la política de Trump de intensificar la lucha contra el narcotráfico, que él considera una amenaza directa a la seguridad de Estados Unidos, especialmente por el tráfico de fentanilo y cocaína. Además de los grupos venezolanos, el gobierno estadounidense ha clasificado a la MS-13 de El Salvador y a seis organizaciones mexicanas, como el Cártel de Sinaloa, como entidades terroristas, una designación que ha generado controversia por apartarse de su uso tradicional, reservado para grupos como Al Qaeda. La Casa Blanca defiende esta medida argumentando que las redes internacionales de estos cárteles, que combinan narcotráfico, contrabando de migrantes y expansión territorial violenta, justifican la etiqueta.
La respuesta de Venezuela no se hizo esperar. El ministro del Interior, Diosdado Cabello, afirmó en Venezolana de Televisión que las fuerzas venezolanas también están desplegadas en el Caribe para proteger su soberanía. “Estamos en nuestro mar, nuestro territorio”, declaró, desestimando las acusaciones de narcotráfico como “inventos”. Por su parte, Nicolás Maduro, sin mencionar directamente la operación estadounidense, aseguró en un discurso que defenderá “los mares, cielos y tierras” de Venezuela frente a cualquier intento de intervención extranjera, calificando a Estados Unidos como un “imperio” que amenaza la paz del país. Estas declaraciones coinciden con el anuncio de Washington de duplicar la recompensa por la captura de Maduro a 50 millones de dólares, acusándolo de liderar una red de narcotráfico.
El despliegue militar también incluye al Grupo Anfibio de Despliegue Inmediato Iwo Jima y a la Unidad Expedicionaria de Marines, lo que refuerza la magnitud de la operación, que se extenderá durante varios meses. Mientras tanto, Trump ha instado a la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum a adoptar una postura más dura contra los cárteles, una solicitud que ella ha rechazado tajantemente, priorizando la soberanía de México frente a cualquier intervención extranjera.