Alex Villanueva
Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza,
nuestra ayuda segura en momentos de angustia.
(Salmo 46:1)
Moisés González Rodríguez es un comerciante de Santa Leticia y no es enfermero como miles de personas piensan. Tan solo un hombre que aún tiene la esperanza de que hay un poco de humanidad en las personas.
Moisés salió con su hijo de apenas 5 años el pasado domingo a dar un paseo por la zona montañosa después tomó un camión para regresar a Córdoba.
En ese autobús viajaba Reyna, quien había tomado el transporte con desesperación debido a que en el hospital de Coscomatepec le negaron la atención debido a que su hijo estaba próximo a nacer.
En el camino, Reyna empezó a sentir dolores de parto y el primero en darse cuenta fue Moisés, quien a pesar de no contar con una preparación profesional, fue el único que se puso al pie del cañón y el único que decidió ayudar a la desesperada mujer.
Hay una frase que asegura que Los Tiempos de Dios son Perfectos y en ésta ocasión, así lo fue.
Moisés tuvo la fuerza de voluntad de ayudar a Reyna y después de sanitizar sus manos notó que solo contaba con dos vendas y un trapo para ayudar a recibir al bebé.
El operador del autobús, aunque nervioso, siguió su camino sin saber que cada minuto estaba marcado para una experiencia inolvidable.
Moisés continuaba ayudando a Reyna y unos cuantos kilómetros más adelante, las vestimentas blancas de una mujer, dieron una sensación de esperanza.
Era Anabel Reyes Espejo, quien esperaba el autobús, sin saber que sería uno de los viajes más importantes de su vida.
Ella llevaba los guantes esterilizados que hacían falta para recibir al bebé. Nerviosos y después de las maniobras incesantes, lograron recibir a una pequeña, quien soltó su primer llanto en segundos.
Todo salió excelente.
Moisés y Anabel preguntaron por unas tijeras para cortar el cordón umbilical, pero nadie traía, y una vez más, los tiempos coincidieron.
Carlos, un enfermero originario de Xalapa, esperaba ese autobús para llegar a un hospital de Córdoba. Él iba preparado sin saberlo y entre su mochila, llevaba las tijeras qué tanto hacían falta y lo demás es historia.
La voluntad de Moisés, los conocimientos de Anabel, la oportuna aparición de Carlos y los tiempos del chofer del camión, fueron la representación de tan conocido refrán.
Moisés contó para Diario El Mundo su experiencia y mientras sostiene una taza de café, busca entre sus recuerdos cada momento, cada acción y la emoción de sus palabras es transmitida mientras narra todo lo que vivió en ese autobús.
"El ver la cara de tranquilidad de la señora después de su angustia y el lindo rostro de la bebé, hace que todo lo que pasó valga totalmente la pena", agregó Moisés.