Jhennifer Renaud
Diario El Mundo
Cuando has comido la tercera pieza de pan y sientes culpa, o has notado que has subido de peso sin lograr saciar tus ansias de comer, podrías estar enfrentando un problema de hambre emocional más que nutricional, advierte la nutrióloga Lucía Villegas, quien nos explica cómo identificar esta situación.
Lucía Villegas explica que a medida que crecemos, nuestra relación con la comida se va entrelazando con nuestras experiencias de vida. Un ejemplo claro es la lactancia materna, donde se forma el primer lazo afectivo que nos brinda seguridad a través de nuestra madre. A lo largo de la vida, cada emoción puede influir en nuestros hábitos alimenticios y estilo de vida saludable. Sin embargo, si no desarrollamos estrategias saludables para manejar nuestras emociones, podemos condicionar nuestra conducta y afectar negativamente nuestra alimentación.
"La diferencia entre el hambre real y el hambre emocional es significativa. El hambre real obedece a patrones de conducta que regulan el cuerpo para satisfacer sus necesidades físicas. En cambio, el hambre emocional se manifiesta como un impulso repentino de comer, a menudo en respuesta a emociones como la ansiedad o el estrés. Es una forma de intentar calmar o silenciar esas emociones mediante la comida", explica la especialista.
Para identificar si estás experimentando hambre emocional, Villegas sugiere llevar un diario de alimentación que permita analizar los momentos de mayor vulnerabilidad del cuerpo. Además, destaca la importancia de trabajar en conjunto con psicólogos para abordar tanto las emociones como los hábitos alimenticios desde una perspectiva integral.
La nutrióloga enfatiza la importancia de incorporar actividades físicas al aire libre y ejercicios que relajen tanto el cuerpo como la mente, como estrategias efectivas para prevenir episodios de compulsión alimentaria debido a la ansiedad o el estrés.
Villegas aclara que el hambre real se experimenta gradualmente y comienza en la boca del estómago, mientras que el hambre emocional suele ser repentino y estar asociado con antojos específicos.
En conclusión, entender y manejar el hambre emocional es fundamental para mantener hábitos de alimentación saludables y un estilo de vida equilibrado.