Jhennifer Renaud
Diario El Mundo

Córdoba, Ver. - En medio de un mundo dominado por el consumismo y la producción masiva de prendas de baja calidad, diseñadas para satisfacer un mercado en constante cambio conocido como Fast Fashion, se destacan personas como Basti.

Ella es una joven que busca ofrecer una alternativa: promover prendas de mejor calidad, durabilidad y mal llamadas "de segunda mano".

En tiempos pasados, la moda se dividía principalmente en dos temporadas: primavera-verano y otoño-invierno. Sin embargo, hoy en día, estas temporadas han sido reemplazadas por rápidas tendencias que cambian cada mes. Las prendas actuales están fabricadas con materiales como el poliéster de alta densidad y algodón de baja calidad, que en muchos casos resultan ser tóxicos. Así lo explica Basti Gómez, licenciada en ciencias políticas, quien desde niña estuvo inmersa en el negocio familiar de la confección de ropa, un camino que sentó las bases de su carrera en la moda.

Hace siete años, Basti decidió introducir en Córdoba un modelo de negocio centrado en la venta de ropa de saldos. Esta ropa es nueva pero presenta detalles que hacen que las marcas la retiren de circulación, manteniendo así la calidad y una construcción superior de prendas únicas y con menos impacto ambiental.

"En estos tiempos, es crucial tomar conciencia y cuidar nuestro planeta. Las prendas de mala calidad no se descomponen fácilmente; en cambio, se acumulan como basura, generan desechos y contaminan nuestro entorno. Es común encontrar microplásticos incluso en la leche materna de madres", advierte Basti.

El tratamiento del agua y la gestión de residuos en la fabricación de textiles son temas de gran preocupación para la población. Según Basti, hasta la fecha no existe en el mundo un sistema efectivo para desechar textiles sin contaminar.

"La diferencia entre elegir una prenda de segunda mano o de saldos frente a una prenda en serie de baja calidad radica en que, si compras algo de baja calidad fabricado en China, probablemente te dure solo tres meses. En cambio, una prenda de segunda mano de excelente calidad puede durar muchos años sin causar contaminación", asegura.

Desafortunadamente, uno de los mayores desafíos que enfrenta Basti en su negocio, es el estigma asociado a la ropa de segunda mano. Este prejuicio dificulta competir contra las grandes empresas transnacionales que ofrecen bajos costos, lo cual afecta a los comercios locales.